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Representación Sin Participación

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Representación Sin Participación

Rosana Paulino

(São Paulo, Brasil, 1967)

Dana Whabira

Pensar en la posibilidad de una agenda postcolonial en el arte contemporáneo brasileño no es un trabajo fácil.

 

Considerando que 51 por ciento de los brasileños no se define como blanco, ¿quién es el “otro” en esa configuración? Estas identidades, ¿cómo resuenan en el arte brasileño? Algunas exposiciones recientes en São Paulo abordaron este problema usando estrategias de curaduría que intentaban crear un ambiente más incluyente. Me enfocaré en dos de estas: 34 Panorama da Arte Brasileira (2015) e Histórias Mestiças (2014), que siguieron los pasos de Mostra do Redescobrimento (2000), probablemente la exposición que ha abordado la identidad brasileña con más amplitud en este país, y la primera en usar algunas de las estrategias mencionadas en la propuesta de Sabrina Moura para este debate.

En 34 Panorama de Arte Brasileira, los curadores Aracy Amaral y Paulo Miyada tomaron como punto de partida las obras de arte más antiguas del país: esculturas en piedra tallada. Más tarde invitaron a seis artistas a crear obras que propusieran un “vínculo” entre pasado y presente. La audiencia de la exhibición podía esperar encontrar una línea conectando estas expresiones primordiales del arte contemporáneo. El experimento, sin embargo, suscitó algunas preguntas quizás no deseadas: ¿es posible trazar una conexión entre este arte primitivo el arte contemporáneo?

 

Si consideramos que los pueblos indígenas brasileiros son los herederos de estas llamadas culturas nativas, y que lo que ellos hacen es arte, ¿por qué no vemos nada de su producción actual en la escena del arte contemporáneo de Brasil? Y, quizás más importante, ¿sus obras siquierea se consideran arte?

Tal vez una exposición más ambiciosa como Histórias Mestiças pueda responder a las preguntas relacionadas a este debate.

 

Un amplio proyecto que incluía 400 obras de 90 artistas del pasado y el presente de Brasil, Histórias Mestiças resultó ser una reunión curiosa de muy buenas obras de arte en una exposición problemática. Una sección dedicada a los pueblos indígenas de Brasil presentó artefactos históricos como pequeñas esculturas, terracotta y “tangas”, reforzando la idea de una cultura atrapada en el pasado. La inclusión de algunos dibujos contemporáneos perpetuó este concepto de una producción tradicional nativa, ignorando el uso ya muy común entre artistas nativos brasileños, de tecnología para documentar sus culturas.

 

La sala que mostraba la obra de la fotógrafa Claudia Andujar junto a representaciones coloniales de indígenas, presentó un ambiente en el que a pesar de la importancia de las fotografías de Andujar, los indígenas eran representados como gente sin voz a la hora de recontar su propia historia, dependiendo más bien de otros para narrarla.

En función del arte producido por afrobrasileños, la exposición empleó la estrategia –común en la sociedad brasileña- de evadir temas raciales. Al evitar mostrar trabajos conectados con problemas contemporáneos como violencia políaca, justicia social y género, solo por mencionar algunos, la exposición perdió la oportunidad de discutir qué significa el mestizaje en Brasil, así como de reflejar los debates actuales en la sociedad. El espacio reservado para artistas que abiertamente abordaban estos temas fue mínimo. Las relaciones laborales –un problema delicado en este país con una historia de más de 300 años de esclavitudfueron abordadas por un artista que, en el complejo sistema brasileño de identificación de color, es considerado blanco. Estas decisiones indican una tendencia a ignorar la existencia de artistas negros trabajando con los temas ya mencionados.

También provocan que nos preguntemos por qué los curadores brasileños frecuentemente evitan a estos artistas y su producción tan fuertemente cargada de política.

Aun considerando el impacto logrado por Histórias Mestiças, da la impresión de que las supuestas minorías fueron incluidas en el juego solo para recordar la necesidad de llevar al país hasta la arena del debate internacional.

Hasta que no estemos comprometidos seriamente con el cambio, los indígenas, negros, las mujeres y otras minorías seguirán ocupando el sitio que siempre han ocupado: los márgenes. 

* Texto publicado originalmente no site da Colleción Cisneros:

 

https://www.coleccioncisneros.org/es/editorial/ debate/contribution/representaci%C3%B3nsin-participaci%C3%B3n

[12/08/2016]

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